De cuando me enviaste a la luna...

Estas últimas dos semanas sin él han sido, emocionalmente, muy duras.

Debo decir que la vida comienza a sonreírme. He decidido entretener mi tiempo en cosas que me ayuden a ser mejor persona. Fui aceptada para trabajar como mediadora intercultural en una organización que trabaja en contra de la trata de mujeres. Aún no he enfrentado mi primer caso, pero ayer que tuvimos pleno, fue difícil escuchar las historias de algunas mujeres que vienen a este país en busca de mejores condiciones de vida, terminando en un laberinto de perdición.

Recordé mi trabajo en derechos humanos en mi país, me dio tanta emoción. Por primera vez después de 6 a~os, vuelvo a enfrentarme a estas situaciones en las que me es posible ayudar a las personas.

Luego está la invitación al grupo de AI en esta ciudad, quienes se reunen cada jueves para discutir los problemas que azotan a muchos países latinoamericanos, en especial el mío, con respecto a las violaciones a derechos humanos, la inseguridad, el narcotráfico, la corrupción. Estoy que no me aguanto de felicidad, todos los días agradezco a Dios la oportunidad que me ha brindado para volver a hacer algo por mi país, por otros y en especial por mí. Es fascinante el tema de los derechos humanos y esto fortalece mis ideales, la lucha diaria de no ver a mi hijo, de casi no comer, de mal vivir, por estar en unpaís tan caro y poder sostener mis estudios, ser reconocida en mi propio país y poder hacer algo por mi gente.

Y al mismo tiempo, entre todo ese éxtasis que se arremolina en mi estómago, estás tu y tu ausencia infinita.

Hoy tuviste tu examen, me llamaste y sonabas aliviado. Yo estoy segura que lo lograste, pero no lo sabremos hasta dentro de un mes. Quiero verte antes, quiero poder estar entre tus brazos.

Pero ayer, ayer fue un día especial.

Todo el día evité buscarte, no te mandé mensaje, intentaba no pensar en tí, me digo a mí misma constantemente que lo único importante es mi hijo, mi familia y mi maestría. Ha sido duro concentrarse. Pero lo logré, casi no pensé en tí y tampoco te escribí. En alguna parte leí o escuché que el hombre comienza a amar cuando extra~a a una mujer. Sí lo creo. Me has dicho más cosas hermosas desde que te fuiste, que durante estos 3 meses que estuvimos juntos. Que tontería!...

Y ayer, de la nada, me dijiste -mi almohada está perdiendo tu aroma-... Juro que me enviaste hasta la luna...No pude contestarte de inmediato... Pasaron 10 minutos y yo seguía mirando el mensaje, releyéndolo, con mi mano en el pecho, era como si se me fuera a salir el corazón. Te dije que era hermoso lo que me acababas de decir... Pero cuando me escribiste -te extra~o cerca de mí-, entonces me reventó el corazón...